El asesinato de María Soledad Morales, hace 30 años, fue un símbolo de la impunidad y del encubrimiento del poder político y judicial, que nunca se juzgó. El caso tuvo una amplia repercusión a nivel nacional y terminó con la renuncia del entonces gobernador de Catamarca, Ramón Saadi
El lunes se cumplen 30 años de la fiesta de egresados que fue prolegómeno de la violación y el asesinato de María Soledad Morales, la catamarqueña cuya muerte conmovió al país y que -según su madre, cambió la historia de la política y la justicia de la provincia-.